viernes, 30 de noviembre de 2007

¿Y eso que es lo que es...?




De nuevo me deja pasmadillo Spanjaard con su nueva idea, (a este chico le bulle la cabeza como si tuviera estropeado el termostato).

Está organizando, una especie de quedada bloguera para debatir quien sabe qué. La idea la anticipó en esta entrada, y parece que va tomando forma en esta otra.

Lo importante: lugar, su blog. Día y hora, desde las 20h del martes 4Dic hasta las 12h del miércoles 5Dic.

P'allá que iremos y que sea lo que Dios quiera...


miércoles, 28 de noviembre de 2007

Algunas cosillas post-maratón



En plan popurrí, como hice hace un par de entradas, tengo que contar alguna cosilla que se había quedado en el tintero acerca del maratón del domingo, bien por no alargar en exceso una entrada de por sí ya larga, bien porque necesitaran una pequeña reflexión.

La primera es el análisis de la incidencia que pueda haber tenido el correr los 50K Villa de Madrid tres semanas antes del maratón, (incidencia tan vehemente y anticipadamente negada por Spanjaard, que incluso nos lo presentó como una excelente tirada larga de cara al Maratón de San Sebastián). Al respecto tengo que decir que no tengo la sensación de que haber corrido los 50K tal y como nos lo planteamos, me haya perjudicado de cara a Donosti. Sí lo hizo el hecho de que la semana de la carrera y la posterior fueran de relativo relax, por lo que el entrenamiento para el maratón se vió afectado y quizá llegué a él algo corto. Dando por sentado que esto iba a ocurrir y que esa situación unida a que tenía decidido salir con prudencia me iba a costar algún minuto, mi preocupación se centraba en los kilómetros finales del maratón, que una recuperación insuficiente de los 50K podría convertir en una tortura con hundimiento espectacular. Por suerte eso no ocurrió. Cuando mi organismo tuvo que tirar de reservas para acabar el maratón respondió perfectamente, de hecho me permití el lujo de aumentar el ritmo a partir del km. 32, cuando dejé a mi primo Jesús en el intento de búsqueda de mi segundo sub-4. Spanjaard, tenías razón.

No obstante, algunos comentarios de foreros ilustres del foro de ElAtleta.com me llevan a matizar lo que acabo de decir: no quiero dar la sensación de que uno se puede "merendar" los maratones como si fueran rosquillas. Es IMPRESCINDIBLE una preparación previa, la certeza de que uno goza de buena salud y la cabeza fría para saber parar a LA MINIMA MOLESTIA.

Al respecto me viene mi segunda reflexión. Visto lo que me esperaba en el mes de noviembre decidí ponerme la venda antes de tener la herida y he visitado varias veces "sin necesidad" al fisio. Esas tres o cuatro sesiones pre y post carreras han sido decisivas y han conseguido que a día de hoy mis piernas tengan mejores sensaciones que en ningún otro maratón que haya corrido. Haré de esas visitas un hábito para alegría de mis pobres piernas, (y de mi fisio...). En agradecimiento, vamos a hacerle un poco de propaganda: Cyriax

Algo que también ma ha ayudado bastante en la recuperación son los baños "al estilo Merak": búsquese un momento tranquilo, preferentemente a solas. Llénese una bañera con agua muy caliente, (sales opcionales). Póngase música relajante a un volumen no demasiado alto, (nada de estresantes partidos de fútbol, sobre todo si uno es del Atlético). Llévese al baño una lectura ligera, nada de Play Boy o similares. Sumérjase en el agua..., y a dejar correr el tiempo. Cuando uno se aburra de tanto relax, tírese del tapón y cuando se vacíe la bañera dese un buen y generoso chorro de agua fría. Lo he hecho varias veces y es mano de santo.

La tercera reflexión es de índole más personal. Cada vez me convenzo más de que el maratón, es una carrera tan psicológica como física, y esto creo que es más cierto cuanto más popular sea el atleta. Sólo así se explica que yo pueda andar en tiempos de personas que tienen menos años, menos kilos, más kilómetros y cinco o diez minutos menos que yo en media maratón. Tampoco pienso que yo sea especial, simplemente que me he enfrentado más veces que ellos a las dudas e incertidumbres de ese momento en que todo duele y parece que la carrera va a ser un desastre, y he desarrollado los mecanismos para obviar unas y otras.

La cuarta es la constatación de un error: no haber vuelto al gimnasio desde abril. Dejé mi rutina de aparatos unas semanas antes del Mapoma y no he vuelto. En las últimas semanas, cuando los entrenamientos han sido algo más exigentes he notado esa falta de "chispa" que achaco a haber abandonado las pesas, así que mañana mismo renuevo mi tarjeta y vuelta al aburrimiento de las tablas...

Habrá más, que uno le da muchas vueltas a las cosas, pero ya os aburriré con otra entrada...

lunes, 26 de noviembre de 2007

...Y diez. ¡Aúpa Donosti!


Temporada finalizada. Ayer puse el broche de oro a un 2007 propicio que me ha deparado un sinfín de alegrías. Sólo me quedan un par de "bolos" en los que simplemente voy a disfrutar: la II Edición de los "Matracos" a muerte del día 9 de diciembre, (ya os explicaré en qué consiste tal prueba para los que no frecuentais el hilo de La Paquetería en el foro de ElAtleta.com, aunque avanzo que fundamentalmente se trata de comer una buena barbacoa), y la XXIV Carrera Popular de Aranjuez, en la que a falta de barbacoa nos iremos seguramente a El Rana Verde, como el año pasado. En fin, dos divertimentos que servirán como mera excusa para pasar el día en buena compañía.

Al tema, que divago. No voy a hacer análisis del Maratón de San Sebastián puesto que es una prueba lo suficientemente conocida como para ocupar demasiado sitio en esta entrada que ya aviso, va a ser larga, pero no puedo dejar de incidir en algo que ya he comentado en alguna otra ocasión: es una lástima que una ciudad como San Sebastián, hermosa donde las haya, con un circuito rapidísimo apto para que TODOS busquen su marca, desprecie de esa manera al corredor popular manteniendo un ridículo límite de entrada de cuatro horas y media que no favorece nada la participación de esa mayoría de corredores modestos que al fin y a la postre son los que dan color y vida a la carrera, y que no se cierre completamente el recorrido al tráfico, cosa que se hace en ciudades mucho más complicadas en ese aspecto como Madrid. No es de recibo que gente que se mueve en torno a las cuatro horas tenga que correr a veces esquivando coches por falta de vigilancia en los cruces o garajes y por la enorme cantidad de bicis no autorizadas, alguna con verdaderos irresponsables que iban y venían a toda velocidad entre los corredores sin que la organización les dijera absolutamente nada. Da la sensación de que esta organización sólo se preocupa de tener "el maratón más rápido de Europa" en lugar de tener el mejor o a menos uno de los mejores maratones de Europa a poco que se lo propusieran. ¿Dejadez?, ¿falta de colaboración institucional?, ¿incapacidad organizativa?, ¿falta de interés en tener una prueba más popular?. Lo ignoro.

Y ahora sí, vamos a lo que importa: la crónica de mi décimo maratón.

Salimos de Avila sobre las cuatro menos cuarto de la tarde del viernes. Por delante seis horas de viaje, ganas de pasarlo bien y algún que otro nervio entre los que se jugaban buena parte de la temporada en Donosti, iban con alguna molestia o debutaban en la distancia. Ya durante el viaje comenzó una serie de despropósitos de lo que NO SE DEBE HACER BAJO NINGUN CONCEPTO antes de correr un maratón, y es que apenas pasado Valladolid empezaron a pasear arriba y abajo del autocar cajas de pastas, perronillas, nevaditos, frutos secos, botellas de agua y chupitos de, juro, Chivas Regal, delicatessen todas a las que nadie hizo ascos.

Oiartzun nos recibió con lluvia, aunque no mala temperatura, a eso de las diez. Reparto de habitaciones, cena y a dormir, que por la mañana había que recoger dorsales. En la feria del corredor tuve la oportunidad de saludar a dos blogueros: Sergio Mayayo, muy bien acompañado por Dallas, y Nacho Silvestre, con su familia, nervioso ante su debut en maratón. Visita por los distintos stands en uno de los cuales nos encontramos con el mismísimo Serge Girard, el navegante de los continentes, un tipo simpatiquísimo que firmó autógrafos y se hizo fotos a todo el que se lo pidió. Un impresionante vídeo relataba en imágenes alguna de las gestas de este ¿corredor? que debe haber encontrado una especie de nirvana del runner haciéndose durante meses etapas diarias de más de ochenta kilómetros atravesando el mundo de punta a punta en circunstancias tan cambiantes como correr con escarcha en sus cejas o desfallecer a 48º en medio del desierto. En la feria además una divertida anécdota: a nadie se le ocurrió que al inscribirnos todos juntos nuestros dorsales sería consecutivos, así que allí estábamos los corredores del Ecosport Avila, disciplinaditos en nuestra fila mientras el resto estaban casi vacías mientras el amable voluntario, objeto de las risas de sus compañeros, maldecía su mala suerte. Y por seguir con los despropósitos de lo que no se debe hacer antes de un maratón, ni que decir tiene que a la que vimos que se ofrecía vino y queso gratis, cayeron unos cuantas "pruebas" de ambos.

La tarde la teníamos libre, y como remate de despropósitos pre-carreriles, servidor se pateó la playa de la Concha arriba y abajo, hasta más allá del monte Urgull, se volvió por el barrio antiguo, se tomó un par de cervecitas con sus buenos pintxos, volvió a los alrededores de la playa de la Concha, y se cenó, ya casi sin hambre, una ensalada ¡con salsa tártara! y un buen plato de spaguetti picante, más que nada para acallar su maltratada conciencia y porque su más que previsible fracaso del día siguiente no se debiera a la falta de hidratos... Cuando me fuí a acostar me sentía como una boa de los documentales del National Geographic después de zamparme un inocente cervatillo.

El domingo mañana despertador a las siete. Todo preparado desde la noche anterior, así que no queda más que bajar al comedor del hotel, desayunar y derechitos al autocar. El clima nos daba un respiro en cuanto a la lluvia pero no en cuanto a la temperatura: hizo frío, para mí demasiado, y me arrepentí de no correr al menos con camiseta de manga corta. Salir con la de hombreras, sumado al viento que soplaba en alguna zonas y al desgaste de los kilómetros hizo que en todo momento tuviera la sensación de no acabar de encontrar el ritmo. Estoy seguro de que el clima se quedó ayer con tres o cuatro minutos de mi marca.

El ambiente en el grupo es estupendo: risas, especulaciones sobre marcas, miradas de reojo al cielo, el acompañamiento analizando el recorrido para vernos pasar en distintos puntos, afinando gargantas para darnos un sinfín de gritos de ánimo que no tenéis ni idea de lo que se agradecen, "disfraces" para evitar el frío... Al respecto de esto, aunque yo no me llevé cámara a la carrera, hay por ahí fotos que de llegar a mis manos aviso a los protagonistas que publicaré sin compasión.

Mientras esperamos el momento de acercarnos a la salida oigo que alguien me llama. Es Miguel Morea que me ha reconocido y al que saludo. Otro corredor de la escuela Slowpepe, de los que como no tenían otro plan deciden sobre la marcha correr un maratón..., desmitificando de paso la distancia y demostrando a quien lo quiera entender que correr un maratón no es cuestión de "estar preparado", (aunque evidentente se necesita un mínimo de base), sino de encontrar un ritmo adecuado para hacerlo. Un placer conocerte y charlar aunque fuera unos minutos contigo.

Yo he quedado con mi primo Jesús en salir a ritmo de cuatro horas y en esas van cayendo los primeros kilómetros, a ese ritmillo de 5'40''-5'45'' que nos permitirían cumplir el objetivo. No obstante, como comenté antes, aunque mis pulsaciones eran buenas y me encontraba con fuerzas, no llegué a tener la sensación de encontrar esa sensación de ir "redondo" en toda la carrera.

Una de las cosas buenas que en mi opinión tiene el recorrido de San Sebastián es que te puedes cruzar con el resto de corredores. Personalmente el encontrarme con los conocidos y animarles me ayuda a que vayan cayendo los kilómetros. Así que veo varias veces a casi todos los compañeros de club, a Nacho Silvestre, Pedro Pfp, Carlos Matraco, Miguel Angel Equis, Miguel Morea, Sergio Mayayo... Según me cruzo con ellos veo sus rostros, intento hacer cuentas sobre sus ritmos previstos y si van cumpliendo o no sus objetivos... A todos les intento apoyar con un grito de ánimo. Algunos no lo necesitan, como Morea, al que veo "sobrado" durante toda la carrera, y algunos compruebo como en cada cruce van perdiendo la figura y el brillo inicial en sus ojos, como Silvestre, que debutó con apenas un año de corredor con un excelente sub-4 a pesar de que valía unos cuantos minutos menos. Tienes que estar orgulloso amigo mío y valorar muchísimo esa marca.

Nada más acabar la primera vuelta grande al circuito, sobre el kilómetro 24 ó 25 me doy cuenta de que Jesús no va fino aunque no dice nada. Poco a poco se le va descomponiendo el gesto y aflojamos el ritmo esperando que sea un bache temporal, pero a partir del kilómetro 28 me insiste en que le deje. Me parece demasiado pronto y le sigo acompañando unos kilómetros más. En el 32 veo que ir conmigo le impide parar a andar, y en su situación quizá le convenga alternar correr-andar hasta el final, así que me descuelgo. Queda la parte más dura del maratón, y la más desangelada, pero ahora, solo, sin el apoyo de un grupo, y con la moneda en el aire es el momento de analizarse, valorar las fuerzas que uno tiene, lo que puede conseguir con ellas y esperar que la moneda caiga de cara. Me encuentro entero. Hemos ido casi toda la carrera a "mi ritmo" e incluso hemos perdido unos minutos en su última parte a la espera de la recuperación de Jesús, así que las fuerzas están todo lo intactas que pueden estar en ese kilómetro. Echo unas rápidas cuentas y si consigo hacer los diez que quedan a 5'30'' me planto en meta en cuatro horas justas. Así que decido apostar por ello..., pero la moneda esta vez cae de cruz. Durante cuatro o cinco kilómetros consigo con una cierta facilidad mantener ese ritmo, pero la pequeña cuesta a la salida de una rotonda en el kilómetro 36 ó 37 me pone las pulsaciones por las nubes. En ese momento veo que no voy a conseguir mi segundo sub-4 y la sensatez se impone. Decido aflojar el ritmo, (incluso ando un tramo para recuperar), y pongo una marcheta suave que me permitirá llegar sin ningún problema, sin sufrimiento agónico y con una cierta dignidad a meta. Allí están los compañeros de club que ya han terminado, los acompañantes, en su mayor parte esposas, parejas e hijos de los corredores, grandes, grandes y bulliciosos todos, cámaras en ristre, con las manos y gargantas rojas de aplaudir y animar durante todo el recorrido, esperando hasta el último. Muchas gracias por todo amigos.

La comida y el viaje de vuelta de lo más ameno. Libres ya de la tiranía del miedo/respeto al maratón, sólo queda recuperarse y pensar en el siguiente reto: por mi parte seguir disfrutando de estás tontás del correr, como dice Iván Cabesc.

Hoy estoy sorprendentemente bien, con unas pequeñas agujetas, menores que en otras carreras. No obstante me voy a dar un, creo, que merecido descanso. Feliz de haber superado con creces mis espectativas en aquel doble reto que me propuse a instancias del liante Spanjaard de acabar con éxito los 50K Villa de Madrid y el Maratón de San Sebastián con tan sólo tres semanas de diferencia.

Esta semana no tengo pensado hacer absolutamente nada y en la siguiente simplemente trotaré suave para no olvidar que lo que me gusta es simplemente correr, no siendo que me de por entrenar y lo eche todo a perder...

Aquí tenéis las fotos que yo hice. A medida que me lleguen más las iré incorporando al álbum.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Popurrí de tres...


Uno. Esta es la última entrada antes del maratón. Mañana a mediodía salgo para San Sebastián con una cierta congoja por no estarle dando a la carrera todo lo que se merece. En ninguno de los otros maratones que he corrido he sentido menos tensión, menos nervios y menos miedo a lo que pueda pasar. Llego con la sensación de tener la temporada hecha y en San Sebastián simplemente voy a disfrutar. No lo he preparado especialmente y ni siquiera tengo claro a qué ritmo salir. Posiblemente buscando las cuatro horas porque ese es el objetivo de mi primo Jesús, pero sin ninguna intención de dejarme algo más que un poco sudor en el asfalto donostiarra. Si salen las cuatro horas, bien, si Jesús decide ir más lento, también bien. El único aliciente, aparte de disfrutar de la ciudad y del público más entendido en atletismo que conozco, es poner el broche de oro a un buen año saliendo airoso del reto de acabarlo dignamente después de correr los 100/50 KM Villa de Madrid tan sólo tres semanas antes.

Dos. Ayer me compré un juguete. Una Olympus E-510 (Kit doble Zoom) con la que espero disfrutar a tope de esa otra forma de ver el mundo, a través de un objetivo. Sí, ya se que queda un poco Off-Topic, vuelvo al atletismo...

Tres. Hoy he hecho mi último entrenamiento previo al maratón, y he disfrutado como pocas veces. La mañana amaneció gris y oscura, pero antes de salir las gruesas nubes dejaron escapar de sus enormes barrigas una buena cantidad de agua que me ha acompañado durante todo el recorrido, deparándome una carrera deliciosa en la que además no he sentido absolutamente ninguna molestia en el vasto externo, zona que el viernes pasado me dió un pequeño susto.

A veces me ocurre que mientras corro el estribillo de una canción o la sintonía de un anuncio me acompañan durante todo el camino. Puede ser algo tan distinto como La Cabalgata de las Walkirias, (brutal y apropiadísima en esta versión de Apocalypse Now), El Canto del Gallo, de Radio Futura, o el Aserejé. Hoy le ha tocado a una de las mejores canciones de mis queridos U2, lo que para mí supone ser una de las mejores canciones, sin más, y que además usé como fondo de este vídeo que ya publiqué en el blog: Where the streets have no name. Con ella os dejo hasta la semana que viene.




Quiero correr, quiero esconderme.
Quiero derribar los muros
que tengo en mi interior.
Quiero alargar la mano
y rozar la llama
donde las calles no tienen nombre.

Quiero sentir la luz del sol en mi rostro.
Ver la nube de polvo
desaparecer sin dejar rastro.
Quiero refugiarme
de la lluvia venenosa
donde las calles no tienen nombre...

La traducción es mía, así que no la hagáis mucho caso. En cualquier caso es bella, ¿no?.

martes, 20 de noviembre de 2007

Recuerdos del maratón. (y 1...)



Ayer en el foro de ElAtleta.com escribí como al recolocar los muchos recuerdos de las carreras que he corrido tuve que hacer sitio y darles un lugar preferente a aquellos que más estimo: mis nueve maratones. Fue un momento bonito, con un toque nostálgico en el que se mezclaban recuerdos de dolor, alegrías y dudas, aderezadas con alguna que otra lágrima. Algunos de los amigos de La Paquetería me instan a que describa al menos parte de esas vivencias, y este blog se creó precisamente para eso, así que iré desgranando, sin periodicidad definida ni orden preestablecido, ni siquiera con la certeza de la continuidad, algunos de los más relevantes.

Sin ninguna duda el más hermoso, por encima de la alegría del debut, fué la llegada del Mapoma 2002, maratón que como hoy escribía en el foro, nunca debí correr pues no había entrenado absolutamente nada y sufrí muchísimo por el calor con un hundimiento espectacular de media hora en la segunda mitad. Pero paso a relatar:

Mi madre tiene una hermana melliza. Ambas se casaron con escasa diferencia de tiempo y ambas tuvieron a sus primogénitos con nueve días de diferencia: mi primo Jesús, con el que siempre he tenido una excelente relación, y yo. Como ya conté en este blog, yo siempre he coqueteado con más o menos éxito con varios deportes: carrera, bici de montaña, kárate... Mientras que Jesús siempre tuvo una vida más sedentaria. Con 35 años tenía muchos kilos de más, fumaba en exceso y no se le pasaba por la cabeza ponerse unas zapatillas de cualquier deporte y hacer algo de ejercicio. Por aquel entonces vivía en un tercero sin ascensor y era incapaz de subir la compra a casa sin parar por el camino.

Un rapto de lucidez, (y el consejo de los médicos), le convencieron que ese no era el camino a seguir y decidió perder unos kilos. Con fuerza de voluntad y perseverancia lo consiguió, de una forma fácil al principio, aunque después de los primeros la pérdida se ralentizó mucho. Fue entonces cuando hablando un día con él le propuse que empezara a trotar. Dicho y hecho. Para mi sorpresa se comprometió con el atletismo, y después de unos meses de trote recuerdo su primera salida larga: 15K suaves, Avila-El Fresno y vuelta, que le costaron mucho pero que se empeñó en terminar aún con el pulsómetro en alerta roja. Poco después la primera media, en Talavera de la Reina en 2001. Conservo una foto en la que se le ve feliz, todavía con algún kilo de más, su aspecto de paquetillo, con su gorra y su ropa "de andar por casa". Pero el gusanillo del atletismo había entrado en su vida.

Al año siguiente, (2002), con la escasísima experiencia de esa media se atrevió a correr su primer Mapoma. Otro día contaré mi experiencia en ese maratón, el único en que he sentido miedo por mi salud. Lo importante, el recuerdo más bonito que tengo de él es que cuando llegué a meta, diez minutos después de Jesús, allí estaba, esperándome, fino cual keniata, con su colesterol y triglicéridos estabilizados y la autoestima por las nubes. Yo llegaba deshidratado y renqueante, literalmente roto, y nada más cruzar la meta se acercó a mí, me abrazó y me besó en la mejilla:

-"Gracias".

Fue todo lo que dijo. Y no necesité más. Desde el principio entendí todo lo que esa palabra encerraba: el cambio radical de modo de vida que hubiera hecho de él un viejo a los cincuenta a uno más saludable, que posiblemente le permita seguir corriendo maratón hasta los sesenta, el empujón de la propia autoestima que supone mirarse en un espejo y gustarte lo que ves después de años de que eso no fuera así, la sensación de autosuperación por parte de alguien que nunca soñó ni siquiera que algún día podría llamarse atleta y acaba de correr una distancia con la que muchos de esos atletas no se atreven. Esa comprensión de lo que significaba ese lacónico "gracias" y la sensación de que al menos en parte lo que la escueta palabra albergaba se debía mí, me hizo subir un nudo a la garganta que aún siento cuando lo recuerdo. Ayer fue la última vez.

Ese ha sido hasta ahora, y de largo, el momento más emotivo que he vivido en un maratón.

(En el enlace a las clasificaciones que he puesto arriba somos los puestos 7538 y 7949).

viernes, 16 de noviembre de 2007

¡Alarma!

¿Dos entradas en un día?. Eso no puede ser por nada bueno...

Pues no, no es nada bueno: me caigo de Canillejas y peligra el maratón de San Sebastián...

Esta misma tarde, a la vuelta de un rodaje tranquilo y no demasiado largo, me he lesionado: un dolor brusco, que ha aparecido tan sólo en veinte o treinta metros, y que me ha hecho parar y volverme andando el kilómetro que me quedaba hasta casa. A priori no parece nada serio, simplemente una sobrecarga en la parte exterior del muslo derecho, como tres o cuatro dedos por encima de la rodilla. No parece afectada la articulación y por su posición y síntomatología no creo que sea el síndrome de la cintilla iliotibial. No obstante ya tengo cita con mi fisio de cabecera.

Mi esperanza es que tenga razón, se trate de una pequeña sobrecarga por el test de Gavela que hice el martes, y con unos días de reposo, hielo y antiinflamatorios, (mira que me gusta poco tomarlos), estaré sin problemas para San Sebastián. Ya veremos.

P.D. Es curioso en un sólo día cómo cambian las cosas...

Tranquilidad


Escribía esta mañana en el foro de ElAtleta.com acerca de cómo encaraba estos últimos días previos al maratón de San Sebastián. Equis, uno de los amigos de La Paquetería, comentaba que se encontraba algo desmotivado, lo que me ha hecho reflexionar sobre mis propios sentimientos respecto a esta carrera. Y de entrada casi caigo en la tentación de calificarlos como él de desmotivación, pero no es así. Realmente lo que estoy es tranquilo. Más de lo que he estado en ningún otro maratón.

Como he citado en el foro recuerdo el año pasado por estas fechas. Como relaté aquí en el blog, quince días antes del Mapoma una contractura dió al traste con el maratón. El día antes del Tui Marathon de Palma de Mallorca una caída en casa de mi hermana hice que tuviera que coger un fatídico cruce a la derecha en lugar de a la izquierda, ese cruce en el que Slowpepe tuvo el valor de arriesgar y hacer lo contrario. El año pasado pues, me lo jugaba TODO en San Sebastián, a una carta, a cara o cruz, y por suerte salió cara. Siempre me he considerado una persona con un cierto autocontrol, pero esos últimos días los recuerdo tensos y duros, con miedo a un catarro de última hora, analizando cualquier pequeña molestia, devorando previsiones meteorológicas...

Este año es distinto. Este año todas las monedas al aire han caído de cara, e incluso una apuesta arriesgada como la que hice al correr los 50K Villa de Madrid parece que fue a caballo ganador. Este año lo tengo todo hecho, y casi parece que San Sebastián es un mero trámite para finalizar la temporada, descansar y pensar en la siguiente, (en la que va tomando forma la apuesta de hacer los 100K en 24 horas), así que en San Sebastián no queda sino disfrutar. Esa tranquilidad y un resquicio de sensatez que me hace ser prudente respecto a la influencia de los 50K en el maratón, hace que no tenga claro a qué ritmo salir en Donosti. Creo que podría rondar sin muchos problemas las cuatro horas, así que seguramente saldré con mi primo Jesús que las tiene en mente desde hace un tiempo, y posiblemente ahí esté mi tope "por encima", porque lo que sí tengo claro es que no tengo voluntad de sufrir en exceso.

lunes, 12 de noviembre de 2007

¿Cultura deportiva?


Con la boca llena de Madrides 2012, (o 2016, o 3520, que a este paso vaya Vd. a saber...), Copas América de Vela, Master de Tenis y tantas y tantas "iniciativas" que intentan dar una imagen de apoyo institucional al deporte, parecería que los políticos de este país se han concienciado por fin de lo cierto del binomio deporte-salud y de la necesidad de apoyar el primero a fin de que a la sociedad pueda disfrutar de la segunda.

Es por ello por lo que estupefacto leo la siguiente noticia en el Diario As. Buceando en internet ante lo increíble de la afirmación, y con la esperanza que Juan Mora esté exagerando, me encuentro con una desagradable realidad para ilustrar la cual os pego tan sólo dos enlaces: increíble, vergonzoso.

En síntesis, por si os queréis ahorrar las visitas a los enlaces, y aunque os suene a broma, parece ser que el Ministerio de Sanidad va a recortar el número de especialidades médicas y una de ellas es precisamente la Medicina de la Educación Física y del Deporte.

Pocos comentarios se pueden hacer al respecto, y muchos de los que se me ocurren no son reproducibles aquí por una simple cuestión de educación, pero es verdaderamente patético que un campo de la medicina en contínua evolución y que velaría por el bienestar de esa clase de ciudadano que parece ser que se quiere promover, sea borrado de un plumazo por razones que no he acabado de entender, ya que parece ser que la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS) preveía también la posibilidad de modificar o adaptar las especialidades médicas en lugar de "tirar por el camino de enmedio" y eliminar esta.

Repito que sin conocer la razón última de este hecho, lo que tristemente parece es que una vez más nuestros políticos demuestran un total desprecio hacia la realidad del país que dicen pretender, muy alejado del "olfato" y el juego de cintura, digno del mejor Ronaldinho, del que hacen gala para aparecer en cuantas fotos y eventos crean que pueden servir para su propio ensalzamiento y autobombo.

En fin, ya cité una vez lo de "un pasito p'alante María, un pasito p'atrás" al respecto de cómo me encontraba físicamente después del verano. Parece ser que en algunos temas este país también va un pasito p'alante y un pasito, (o dos), p'atrás.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Relativizando



El haber acabado con tan buenas sensaciones, (anterior entrada), los 50K Villa de Madrid me está haciendo relativizar muchas cosas acerca de cómo me debo de tomar en un futuro esto del atletismo. Como dice mi amigo Yoku, quizá lo que haya hecho ha sido simplemente acabar de abrir una puerta que ya estaba entornada, pero es cierto que los 50K han supuesto un antes y un después en cómo me planteo esto del correr, al igual que lo supuso el primer maratón..., o el último.

La culpa fundamentalmente la tiene el demostrarme que se puede correr MUCHO MAS LARGO con algo tan simple y obvio, pero tan poco practicado, como sencillamete IR MAS DESPACIO. De esta forma, siguiendo el "método Spanjaard" de combinar trote suave, (muuuy suave), andar en algunos tramos y parar en los avituallamientos a comer, beber y estirar, el domingo todos los que nos lo habíamos propuesto conseguimos hacer esos 50K con relativa facilidad. No estamos hablando de atletas de nivel, sino de gente que ronda las cuatro horas en maratón, como Zerolito, Efejota o yo, alguno que ni siquiera ha debutado y lo más largo que ha competido ha sido en una media, como Yoku, o Eva, que lo corre todo, pero que acredita cinco horas en maratón. En ese grupete sólo Aspen "subía" el nivel. Repito que todos lo conseguimos con una cierta comodidad, pero lo mejor fue que disfrutamos desde el principio hasta el final de la prueba, con una última "vuelta de honor" memorable.

Seis horas dan para mucho, para dudas cuando en el km. 25 las plantas de los pies te empiezan a doler y piensas que aún estás en la mitad de la carrera. Para contar y repetir tu escaso repertorio de chistes, para ver una y otra vez ese cartel de "Menú a 10€, 15€ en terraza" en el avituallamiento de los kms. 5, (muchísimas gracias gente por vuestro buen humor y vuestra ayuda, aunque nos escamoteárais los huevos fritos...), para pensar en los amigos blogueros que se batían el cobre en Buenos Aires, (Anita, con su nena Paula aún convaleciente, ¡qué fortaleza la tuya!) o Nueva York, (Merak y Sylvie, a los que no pude seguir por internet, pero que a lo que parece disfrutaron de lo lindo), en aquellos otros que te han apoyado, aconsejado o planteado sus dudas, (grande ese Spanjaard con sus "correos evangelizadores"), para disfrutar de esa última vuelta en la que, por una vez, estás seguro de que no te vas a hundir porque a ese ritmo el tío del mazo no tiene sitio donde esconderse... Y en mi caso concreto para comparar mi último y dolorosísimo encuentro con las distancias largas en el pasado Mapoma con esos 50K que casi se me hicieron cortos.

Quizá se veía venir, y el perspicaz Yoku ya se había dado cuenta. Tanto los que me leeis aquí o en el foro de ElAtleta.com me habréis oído siempre decir que me planteo el atletismo simplemente como otra manera más de disfrutar, de sentir, de vivir. Como lo puede ser jugar con mi hijo o ser testigo de cómo mi hija se convierte en mujer. Sí Yoku, el pasado Mapoma entornó la puerta y el domingo pasado ésta se abrió del todo. A modo de revelación ahora me doy cuenta no sólo de que puedo correr más lejos, sino de que incluso me puedo plantear el reto de correr un maratón tres semanas después de correr un ultra, pero sobre todo, me he dado cuenta de que no me merece la pena sufrir.

En un comentario a mi crónica sobre el último Mapoma, (la carrera más dura que he corrido hasta la fecha y seguramente la más dura que corra nunca), Merak me dijo que dejara transcurrir el tiempo, y que con el paso de éste valoraría las cosas de otra forma. Lo siento Merak, pero no. Aún hoy el sufrimiento extremo de ese día, fruto de una serie de circunstancias que me hicieron exprimirme más de lo que yo nunca pensé que podría, sigue vivo en mi mente, visualizado en la imagen de los toboganes de Arturo Soria, con el sol restallando de frente, parcialmente deshidratado, con un dolor sordo e intenso cada vez que uno de mis talones tocaba el duro y caliente asfalto que reflejaba la luz cual espejo. Con las vaharadas de aire caliente subiendo desde él axfisiándome y privándome del aire fresco que tanto necesitaba. No, no se me ha olvidado, y el haber conseguido mi objetivo de bajar de las cuatro horas ni me satisfizo entonces como creí que lo iba a hacer, ni me compensa aún, después de meses, de haber estado semanas de recuperación sin poder encontrar un mínimo de sensaciones placenteras al correr.

Ahora relativizo. No es cuestión, como me decían mis amigos "ultras" después de la carrera, mientras nos tomábamos unas merecidas cervecitas, de dedicarme a correr kilometradas de escándalo o plantearme retos como hacer un maratón al mes, no, no es eso, se trata de disfrutar de esas carreras que corra. Me planteo preguntas: ¿me merece la pena esforzarme a tope en San Sebastián, (suponiendo que estuviera completamente recuperado del domingo), e intentar arañar unos segundos a mi marca?, o por contra, ¿porqué no pongo una marcheta con la que me sienta cómodo y dedicarme a disfrutar de la ciudad y sus gentes? La diferencia en meta podría ser de un cuarto de hora... ¿y qué?. Sin embargo esa diferencia podría hacer que en tres o cuatro semanas pudiera estar tranquilamente rodando por El Soto sin molestias, disfrutando del comienzo del invierno y con el recuerdo de un maratón en el que he disfrutado y que haga que poco a poco esa visión del último Mapoma se vaya diluyendo.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Me encanta que los planes salgan bien.





Me vais a perdonar lo friki del título y del vídeo, pero según volvía ayer a Avila recordé al ínclito John "Hannibal" Smith, purazo en boca, con su dentadura demasiado perfecta para ser natural y soltando la que era su sentencia preferida para terminar el correspondiente capítulo de El Equipo-A... ¡Tiempos, qué mayor soy! Pero era lo que se me vino a la mente en ese momento y pensándolo bien era lo que mejor reflejaba mi estado de ánimo.

Queridos amigos blogeros, compañeros de club, foreros de ElAtleta.com y demás lectores habituales o no, que de vez en cuando os dejáis caer por aquí: tengo el enorme placer de comunicaros que mi debut como ultramaratoniano ha sido un completo éxito. Nada podría haber salido mejor y de ahí que al pensar en ello fuera esa frase la que se me vino a la cabeza. Pero hay mucho que contar, así que vamos con ello...

El análisis.

Tampoco voy a perder mucho tiempo con él. Inscripcion fácil, precio de 15€, (es un ultra, no lo olvidemos), recogida de dorsales inmediata, bolsa del corredor discreta, trato muy familiar, (a destacar los voluntarios de los avituallamientos, desviviéndose por los corredores que pasaban, chapeau amigos), muchísima policia en el circuito. Este es revirado y ondulado. Duro. Hubo un retraso con los diplomas y trofeos de algunos de los que llegamos al final en los 50K.

La crónica.

Aquí sí que me voy a extender un poco más.

Llegué a Madrid el sábado noche, por lo que no pude recoger el dorsal. Lo hubiera preferido así, no ya sólo porla tranquilidad ante un posible retraso en el desplazamiento del domingo, sino porque me gusta ver "in situ" donde se va a desarrollar todo, ir respirando el ambiente, tocar y oler el lugar que voy a regar con mis sudor. No es una carrera más, es la primera vez que voy a romper la distancia del maratón. Es especial.

A las cinco suena la alarma del móvil. He dormido unas seis horas, con un sueño profundo y reparador. Con cuidado para no despertar a mi hermana y mi cuñado desayuno un gran bol de cereales con leche. Con la enorme ensalada de pasta de anoche creo que tengo los depósitos llenos. Hoy los necesitaré a tope. Me doy una ducha rápida para acabar de despejarme y a las seis menos diez salgo de casa. A las seis y cuarto, después de callejear unos minutos por Vallecas y comprobar que no sólo es Nueva York la que no duerme de noche, tengo el coche aparcado a escasos cien metros de la salida. Perfecto. El día de momento va bien.

No hay aglomeraciones para recoger el dorsal, (mejor diríamos los dorsales, pues nos dan dos), y la magra bolsa del corredor. Un inciso, desde ese momento, y durante toda la carrera, esta da la sensación de estar organizada con muchísimo cariño pero con escasos medios. Es una lástima que una ciudad a la que se le llena la boca con aquello del espíritu olímpico no cuide más a esos organizadores que con tanta dedicación predican con el ejemplo ese espíritu y hacen malabarismos para sacar adelante sus pruebas.

Seguimos. Nada más entrar veo a Luis, alias CyT en el foro de ElAtleta.com, alias Spanjaard en la bloguería, y a la postre liante y responsable máximo de que ayer nos juntáramos unos cuantos paquetes a debutar en el ultrafondo, (le debes unas cañas a Iván, y me consta que este no te las va a perdonar). Saluditos de rigor y pocas palabras intercambiadas: a este tío le conoce todo el mundo y se debe a mucha gente. En unos pocos minutos aparece el resto del personal: un Silvestre al que dentro de nada le ofrecerán bocadillos de delgadito que está, un Yoku, que sí, que existe, no es un ente cibernético, Efejota, el hombre de la eterna sonrisa, Aspen, no menos risueño y que no tenía otro plan y se ha venido a hacer 50K, Zerolito, mi futuro, (y espero que no único), acompañante en los 100km/24 horas del año que viene, Darth Vader, que acaba de llegar de vacaciones y "ha salido un minuto" a hacer unas cosillas, Blasrunner, engañado por Zerolito, (espero que vuestra amistad resista esto amigos), saliendo de un trancazo y sin apenas entrenar y Eva2r, la chica más popular de Madrid, como pudimos comprobar a lo largo del día.

La mañana es fresca, pero acostumbrado a las de Avila... Así que decido salir con la camiseta de hombreras, la oficial de La Paquetería. Control de dorsales antes de entrar al cajón, donde no creo que seamos más de 150 corredores y..., salida. De entrada un muro de unos doscientos metros en el que casi hay que usar un piolet. Esta es la única vez que lo subiremos corriendo. Es completamente de noche, todavía no se ventea un atisbo de luz, y ahí estamos, un puñado de tarados en busca de no se sabe muy bien qué salvo la certeza de que al día siguiente van a tener unas monumentales agujetas.

El ambiente es extraordinario: bromas, chascarrillos, presiones al único miembro del CDP presente en el evento... Así empiezan los maratones, pero en ellos al cabo de unos kilómetros las ganas de chistes quedan apagadas por los dolores de cuádriceps y de gemelos, por la necesidad de oxígeno que nunca parece suficiente. Aquí duraron TODA la carrera. Incluso diría que fueron en aumento a medida que pasaron los kilómetros y con ellos se disipaban las dudas sobre si íbamos a terminar el reto.

Las vueltas fueron cayendo casi sin darnos cuenta. Curiosamente la más dura para mí fue la tercera, a partir del kilómetro 25, cuando comienzan a doler las plantas de los pies y ves que te queda media carrera. Pero el "plan Spanjaard" funcionó a la perfección y la mezcla de correr suave, andar, parar en los avituallamientos, estirar, y sobre todo el buen ambiente entre nosotros y las contínuas risas, consiguieron que un par de vueltas más, cuando ya llevas tres, no pareciera mucho. De hecho, en lo que puede parecer un deplorable exceso de soberbia, pero afirmado completamente en serio, cuando acabamos me ví en condiciones de haber dado una vueltecita más, (o dos).

Sería imposible relatar todo lo que dieron de sí esas estupendas horas que viví ayer con vosotros, así que me centro en detalles. Como el de Nacho-Silvestre, que en capilla de su debut a lo grande en maratón decide madrugar para hacernos de liebre durante treinta kilómetros. El de Eva2r, a la que saludaron corredores, conductores, voluntarios, policías... Debe ser la chica más conocida de Madrid. El de Darth Vader que casi sin deshacer las maletas viene a compartir otros tantos con nosotros y nos espera en meta. El de Alicianuro que se vino a hacer los veinte últimos, y el de Blasrunner, sufriendo lo indecible y aún así superando su mayor distancia corrida hasta ese momento. Para haber grabado a Zerolito "discutiendo" con el puesto de los kms. 5 por ver si le hacían un par de huevos, o saliendo del puesto de los kms. 0 con una barrita en una mano, un vaso en la otra y comiendo a dos carrillos... (Hay que confesar que no fue el único que se dió buenos homenajes en los puestos). También quiero mencionar a los voluntarios, con los cuales, y a fuerza de verlos tantas veces, casi haces amistad. En todo momento tuvieron un trato exquisito con nosotros, y con su buen hacer y mejor humor contribuyeron, y de qué manera, a hacer más llevadero el paso de los kilómetros.

En definitiva, un día perfecto en todo, en el que sólo cambiaría la señalización de alguna que otra rotonda de Madrid que hizo que la vuelta me costara media hora más de lo normal...


P.D. La verdad es que tenía otro título posible para esta entrada, era It's Beautiful Day, con la intención de poneros este otro vídeo, Beautiful Day, de mis queridos U2, sin duda con mucha más categoría que el que encabeza esta entrada. Lo dicho, soy pelín friki y (bastante) mayor, ¡qué le vamos a hacer!:

viernes, 2 de noviembre de 2007

Los colores del amanecer



Son las ocho de la mañana. Es la hora de entrar a trabajar, pero en el corto recorrido a pie hasta que el fatídico momento en que la banda magnética de mi ficha personal indique que se inicia mi jornada de trabajo, me gusta demorar mi vista en todo aquello que se cruza en mi camino.

El cambio de horario ha tenido como efecto colateral el que esa hora coincida con las primeras luces del amanecer, con esos primeros rayos de sol derramando su increíble y sutil paleta de rojos que van del púrpura al amarillo y que más que iluminar, acarician tejados, cumbres y campanarios, resaltando cada matiz de color, destacando la increíble paleta de ocres de las copas de los árboles ya casi desnudos y dando al paisaje esa calidez y belleza que tanto aprecian pintores y fotógrafos.

El día en Avila es hoy luminoso como sólo a más de mil metros de altura puede serlo. La luz restalla con fuerza en las almenas del pequeño trozo de muralla que veo desde las ventanas de mi trabajo. Más allá intuyo las cumbres de las sierras de La Paramera y del Zapatero, desnudas, refulgentes, frías aún, pues hoy ha helado, derramando al valle buena parte de ese sol, a veces hiriente. Es de esos días que comunican optimismo y vitalidad, en los que por muy cursi que suene, apetece salir a pasear por el campo y entrecerrando los ojos, sentir el viento en tu rostro acariciado por el sol. Sentir el crujir de la hojarasca mientras corres por senderos apenas intuídos de tan cubiertos de otoño como están.

Pero hoy no será posible hacerlo. Hoy toca descanso. Quizá sí sea el día de esperar al gemelo del amanecer: el ocaso e intentar atrapar en el sensor de la cámara esa otra paleta, reflejo idéntico, simétrico de la de su hermano salvo en el virado al rojo en lugar de al amarillo. Pero hoy no se puede correr por más que el día sea maravillosamente hermoso para ello.

Mañana casi con toda seguridad que no veré amanecer e intentaré dormir lo más posible, pero el amanecer del domingo me pillará pateando asfalto, en Vallecas, rodeado de un buen puñado de amigos, (que lejos y qué absurdo suena ahora el miedo de mi anterior entrada), y será con ellos, entre bromas y risas cuando juntos veamos subir a Ra en su eterna resurrección.

Estos días estamos intercambiando una deliciosa sucesión de correos en los que vamos contando opiniones, intercambiando consejos y confesando dudas. Ha llegado el momento del miedo. La cercanía de la cita hace que el que más y el que menos sienta "algo" especial, y la palabra miedo se utiliza más de una vez.

Por mi parte, y aunque es la primera vez que voy a intentar, (¿he dicho intentar?, quería decir conseguir), romper la barrera del maratón, me niego a utilizarla. ¿Miedo?. No puedo calificar de miedo las sensaciones que he descrito esta misma mañana en uno de esos correos: las descargas de adrenalina que recorren cada vez con más frecuencia mi espina dorsal, el cosquilleo en el estómago cada vez que pienso en el día de la carrera y en lo que me espera tras ese amanecer que espero con impaciencia... No, no es miedo. Esas sensaciones son agradables, me estimulan, me motivan y me hacen sentir vivo. Son una de las razones por las que llevo nueve maratones. Yo nunca he buscado hacer una buena marca en ellos, ni siquiera los he entrenado como merecían. Es la sensación de reto, de enfrenarme a mis propias dudas y limitaciones lo que me hace inscribirme un año sí y otro también en alguno, y después de haber corrido nueve me lleva ahora a dar otra vuelta de tuerca e intentar hacer el décimo justo tres semanas después de mi debut en la ultradistancia.

¿Saldré airoso?. Cada vez más me voy dando cuenta de que tampoco importa demasiado. De que lo verdaderamente importante no es el llegar, y menos fijar un tiempo para hacerlo, sino de cómo se disfrute el recorrido. Y hay más como yo, y si no, ¿cómo se explica que quien habiendo hecho tan sólo un maratón, y habiendo confesado públicamente su ¿miedo? a los 50K, ya se plantee correr los 100km/24h del año que viene?

Estoy deseando ser testigo de mi próximo amanecer. Ver esos púrpuras virando al amarillo por las cubiertas del estadio del Rayo Vallecano, por las azoteas de los edificios de la calle payaso Fofó, mientras ese grupo de tarados con pretensiones en el que me encuentro hacen el idem. Realmente más que miedo es impaciencia.